Desde el suelo, el Hospicio ya ofrecía el aspecto de una mole, pero a vista de pájaro el enorme tamaño del edificio es evidente.
Estas medidas desmesuradas del edificio, produjeron toneladas y toneladas de escombros cuando se produjo el derribo del mismo en los años sesenta. Algunos, escombros de lujo... otros, escombros pobres... Y algunos, a pesar de ser escombros de lujo, desaparecieron en el caos de la demolición.
El derribo fue largo. Se prolongó durante varios años, e incluso se produjo la convivencia de los restos del viejo edificio con el recién construido Conservatorio.
Y como ha pasado muchas veces con operaciones similares, los restos quedaron diseminados aquí y allá, en las ubicaciones mas dispares.
Eso, en cuanto a los restos que gozaron de mejor fortuna. Porque sabemos de alguna pieza que fue salvada in extremis, gracias al buen sentido del conductor de un camión, a quien le llamó la atención que en un bloque de cascotes... hubiera unas letras grabadas.
En primer lugar, aunque no forma parte de la operación del derribo, nos fijaremos en la Puerta de La Reina, elemento emblemático del conjunto del Hospicio, aunque se separó del mismo mucho antes de su demolición.
Este elemento arquitectónico estaba en lo que hoy es la calle Puerta de La Reina, es decir la pequeña vía urbana que rodea al Teatro Emperador por su parte trasera.
En esos años, entre los responsables del urbanismo reinaba la moda de los traslados. Esta tendencia fue la causante de la aparición de la fachada y las torres del Monasterio de Eslonza en una iglesia de reciente construcción, y además en pleno centro de León (San Juan y San Pedro de Renueva).
Y la aparición de una gran parte (algo modificada) de un
palacio de Renedo de Valdetuejar en la estructura del nuevo Hospital de Nuestra
Señora de Regla, a pocos metros de La Catedral.
Pero,
eso son otras historias. En esta ocasión, nos vamos a fijar en los restos del
Hospicio. Y volviendo a la Puerta de La Reina, ahí la tenemos, en la fachada de
la nueva Audiencia de la Calle del Cid. ¿Este traslado salvó la integridad de
la Puerta, que en tiempos fue la entrada de la fábrica textil (fallida fábrica textil) que allí se construyó, antes
que el Hospicio? ¿O fue un atentado a la idea original, que situaba la Puerta
en un lugar concreto, donde se debió restaurar y reutilizar para acceso de los
nuevos edificios que allí se proyectaron? Los autores no se ponen de acuerdo.
Sigamos
buscando restos. Y sin desplazarnos mucho, o mejor dicho nada, porque algunos
están en el mismo lugar donde estuvo el desaparecido Hospicio. Aquí vemos la
galería interior del Edificio Fierro, que alberga restos de muy distintos
orígenes.
Y entre
ellos, parte de una lápida que se encontraba en el patio del viejo Hospicio.
Esta lápida, o lo que queda de ella, se salvó de milagro, cuando ya una parte
de la misma estaba en la caja de un camión, con billete hacia el vertedero de
escombros.
Para
localizarlo actualmente, ya debemos empezar a alejarnos del solar original
donde se asentó la institución, y empezamos nuestra ruta en busca de los
gloriosos cascotes. Esta primera etapa no nos va a llevar lejos, porque aquel
escudo de Cuadrillero actualmente descansa en el claustro del Palacio de Los
Guzmanes, sede de la Diputación Provincial. Palacio acogedor, que se ha
convertido en refugio de restos de varios edificios históricos desaparecidos.
(De los que nos acordaremos en otra ocasión).
Nuestra
siguiente etapa, ya nos lleva fuera del casco urbano, camino de la vecina villa
de Carbajal de La Legua. Cuando vemos fotografías antiguas del Hospicio,
siempre nos llaman la atención esas columnas con cadenas que rodeaban el
edificio, columnas coronadas con cartelas donde se podían leer varias
inscripciones alusivas a la creación de la institución.
Parte
de esas columnas están allí, en lo que se llamó la “Ciudad Residencial Infantil
San Cayetano”. Muchos leoneses creen equivocadamente que ese nombre, San
Cayetano, sólo corresponde al nuevo complejo de la carretera de Carbajal,
cuando en realidad no es así. El antiguo Hospicio ya se llamaba “San Cayetano”.
Este
nuevo y enorme complejo de edificios, actualmente alberga varios servicios de la
Diputación y de otros organismos. Y allí se pueden ver las viejas columnas, y
las inscripciones que durante tantos años flanqueaban el antiguo Hospicio.
Inscripciones con máximas bíblicas, relativas a la existencia y creación de la institución. Algún autor ha creído ver algún misterio en esas inscripciones, como
la posibilidad de ocultar en ellas, mediante anagramas, el nombre del
secretario de Cuadrillero...
Y como
la caminata nos puede haber fatigado, para calmar nuestra sed qué mejor cosa
que recurrir a la fuente del patio del Hospicio. Que afortunadamente también ha
sobrevivido, y además en un trastero de lujo. Nada menos que en el jardín
interior de San Marcos, convertido actualmente en hotel de muchas estrellas.
Allí, en ese bonito jardín de estilo francés, junto al
Bernesga, reposa aquella fuente del patio, que tantas veces calmó la sed de
los muchachos que durante mas de un siglo nacieron a la vida en el Hospicio de los
prados de San Francisco. Perfecto lugar para acabar nuestra ruta. Es mi deseo
que no os haya resultado fatigosa.
TEXTO: Javier Garnica Cortezo.
Según una idea sugerida por Julián Robles.
Según una idea sugerida por Julián Robles.
Con indicaciones imprescindibles de
Wenceslao Alvarez Oblanca.
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